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Mujeres campesinas, protagonistas de la lucha en el campo

por | Jun 24, 2024

A pesar de su importante rol, las campesinas enfrentan desafíos como la discriminación, la violencia y la falta de oportunidades, siendo relegadas a tareas tradicionales y enfrentando resistencia al asumir roles de liderazgo. Ejemplos como el de Juliana Tancaillo y Aurelia Sicahua demuestran el esfuerzo y compromiso de las mujeres rurales, que buscan mejorar sus condiciones y exigir apoyo de las autoridades para el desarrollo de sus comunidades.

Cuando llega el Día del Campesino se habla más del gobierno velasquista que lo instauró, se pronuncian discursos para decir que debemos valorar a esta población y se publican saludos en los diarios, canales de televisión, radios y redes sociales. Pero poco se habla del trabajo de los hombres en el campo, de que son quienes proveen la mayor cantidad de alimentos, de sus problemas y sus necesidades, de los riesgos que enfrentan y de su día a día.

Sobre todo, se habla poco del rol que cumplen las mujeres campesinas. Según el último Censo Agropecuario de los productores agrarios del Perú, las mujeres rurales representan el 30.8 % de la producción de alimentos. A pesar de eso, las campesinas no tienen tierras agrícolas como los hombres y tienen pocas oportunidades de capacitación.

Se dice que el campo provee comida a las ciudades y es verdad, pero no se dice que son las mujeres las principales proveedoras. Hace mucho tiempo que las mujeres son invisibilizadas. No en vano, las mujeres deben lidiar con el analfabetismo, la discriminación en cuanto al salario y la violencia.

Los números son contundentes: el 64.1 % de mujeres rurales han sufrido algún tipo de violencia física, según la encuesta de ENDES 2017. Deben lidiar con el machismo, que las ha relegado y sigue relegando en muchos casos a las únicas tareas de cuidar a los hijos y la casa, ayudar en la chacra o cuidar el ganado, pero no a asumir roles de liderazgo. Aquellas que han logrado romper ese cerco oprobioso han sufrido acoso, hostigamiento, agravios, denuncias, entre otros.

Juliana Tancaillo, integrante de las Defensoras Comunitarias Kusi Qoyllor de Chumbivilcas, Cusco, rompió ese cerco machista a costa de mucho esfuerzo. Como regidora y dirigente, tuvo que hacer un doble esfuerzo para cumplir con sus funciones de madre, esposa, ama de casa y dirigente. Aunque fue difícil, Juliana se siente satisfecha porque, como dirigente, logró ayudar a muchas mujeres y, como regidora, gestionó proyectos en favor de las comunidades campesinas.

Aurelia Sicahua Ninasivincha, lideresa de la comunidad de Allwaqchullo, recuerda que cuando formó su familia también tuvo la oportunidad de ser dirigente del Comité de Vaso de Leche. Por su labor a favor de las mujeres, fue elegida también presidenta de la organización encargada de empadronar a las mujeres en el programa Juntos.

«Ser dirigente no es fácil, es muy difícil. A veces descuidas tu casa, la preparación de la comida, pero hay un compromiso de corazón para ayudar a las mujeres. Cuando empecé a ser dirigente, mi hijo tenía 4 años. Salía a las cuatro de la mañana y debía caminar dos horas para registrar a las compañeras para el programa Juntos. Cuando regresaba, atendía a mis hijos», cuenta Aurelia en quechua.

Pero haber asumido ese cargo no agradó a muchos hombres, aunque su esposo sí la apoyó. Empezaron a crearse rumores, chismes de que ella había abandonado a sus hijos, que estaba saliendo con otros hombres, solo por el hecho de reunirse con funcionarios y autoridades para gestionar apoyo para las mujeres.

«Antes de ser dirigente, yo pastoreaba corderos y trabajaba en la chacra, mis hijos iban al colegio, mi esposo trabajaba, mientras yo iba a las reuniones. Las mujeres siempre me han apoyado, los hombres no, decían: ‘esta mujer no sabe nada, esta mujer le está siendo infiel a su esposo, no escucha a su esposo’. Pero ser lideresa o autoridad es como una educación, gracias a que me nombraron dirigente, estoy junto a mi familia, con mi esposo y mis hijos. Yo no les hice caso a lo que decían y mi esposo también entendió», recuerda la lideresa.

Aurelia Sicahua dice que en la actualidad las cosas han cambiado un poco, aunque todavía hay obstáculos, pero menos que antes. Ninguna celebra el Día del Campesino, porque dicen que las cosas deben mejorar para esta población. No basta con instaurar una conmemoración, sino que exigen mejores oportunidades, respeto a sus derechos y apoyo de las autoridades.

«El Día del Campesino lo pasamos en la chacra, cultivando maíz, papa, haciendo chuño, nadie se acuerda de los campesinos. Ese día debería recordarse a todos los campesinos, a aquellos que trabajan la tierra, porque a veces trabajar en la chacra, obtener productos, beneficia a todos. La mayoría de nosotros, tanto profesionales como no profesionales, les damos de comer», dice Juliana Tancaillo.

Agrega: «Se debe recordar a todos los campesinos en ese día, como un aniversario, con apoyo, con proyectos por parte de los gobiernos. Pero en su mayoría, estamos olvidados, nadie se acuerda de nosotros. Las autoridades tampoco muestran interés ni cumplen sus promesas de campaña».

Cada vez más, las mujeres rurales desempeñan múltiples roles. Participan en actividades agrícolas y no agrícolas para garantizar la seguridad alimentaria de sus familias y diversificar las fuentes de ingresos. Contribuyen a la agricultura familiar con su labor y conocimiento de las prácticas agrícolas y la biodiversidad. Además, asumen el liderazgo de organizaciones sociales para defender sus derechos y sus territorios.