La discriminación y ataques hacia la comunidad LGTBIQ+ persisten en Perú, donde colectivos luchan por sus derechos y visibilización. A pesar de las dificultades, se llevan a cabo marchas y eventos para concientizar sobre los problemas que enfrentan y para exigir respeto y una vida digna.
En mayo pasado, el gobierno de Dina Boluarte catalogó, mediante Decreto Supremo 009-2024, a las personas trans dentro del listado de enfermedades mentales en el Plan Esencial de Aseguramiento en Salud (PEAS). Para este régimen, el “transexualismo” y otras categorías de la identidad de género son “personas con problemas de salud mental”.
Casi un mes después, el 25 de junio, el Ministerio de Salud (Minsa) ordenó dejar de catalogar a este grupo de ciudadanos dentro del listado de enfermedades mentales. Pero esa medida se dispuso con una resolución, que en la jerarquía legal es menor al Decreto Supremo 009-2024 que sigue vigente. Varios colectivos han pedido la derogación de ese decreto.
Que el gobierno haya pretendido catalogar a la población trans como “personas con problema de salud mental” demuestra el conservadurismo, la agudización de los ataques homofóbicos y la vulnerabilidad de todos los grupos de ciudadanos que conforman la comunidad LGTBIQ+.
En Perú, la comunidad LGTBIQ+ es discriminada, excluida, atacada y, a veces, asesinada. Por ejemplo, según la Red Trans Perú, en 2023 hubo cuatro asesinatos a mujeres trans por mafias de proxenetas. Y según la II Encuesta Nacional de Derechos Humanos del 2019, el 71 % de peruanos cree que las personas homosexuales, bisexuales y transexuales son muy discriminadas.
A pesar de las dificultades, no bajan el brazo. Los colectivos pelean a diario por hacerse respetar. Uno de los mecanismos para hablar y buscar ser escuchados es “la marcha del orgullo”; otra, las marchas contra los crímenes de odio.
En Apurímac, “la marcha del orgullo” se realizó el sábado pasado; en Cusco, se realizará el 6 de julio. Antes de esa fecha, el 28 de junio realizarán un plantón-vigilia de 15 a 19 horas en el frontis de la Corte Superior de Justicia, y el 29 una fiesta profondos en el parque Mariscal Gamarra.
Actividades de ese tipo tienen repercusión y hacen incidencia en la visibilización de esta comunidad de ciudadanos que actualmente es acatada y estigmatizada por el Estado y por sectores conservadores. La marcha sirve también para mostrar mensajes que contribuyan a la concientización de los problemas existentes por la autodeterminación sobre su propio género y recordar a la población que ellos existen y merecen respeto y una vida digna.
¿Qué piensan de la agudización del conservadurismo? ¿Cómo afrontan los ataques? ¿Qué dificultades enfrentan la comunidad LGTBIQ+? Julissa Juleymi Avellaneda Ampuero, representante de la Organización de Mujeres Trans y Trans NB Féminas Cusco; Jessmy, del colectivo Kaipi Kani, y Henry, de Kaypy Kany, responden a continuación a estas preguntas y también hablan de otras cosas.
Discriminación en Cusco
Julissa Juleymi Avellaneda Ampuero, de la Organización de Mujeres Trans y Trans NB Féminas Cusco, cuenta que la población con distinta determinación de género sufre discriminación en espacios públicos.
“Todavía hay problemas que debemos enfrentar. En los mismos establecimientos de salud había temas de discriminación o no había trato igualitario e integral, porque justo en estos espacios llamaban a las compañeras delante de mí por su nombre de nacimiento, entonces yo cuestionaba, ‘licenciada, pero se supone que acá vienen compañeras trans. Por mi parte no hay problema, estoy curtida, pero hay compañeras nuevas, jóvenes que vienen acá, y delante de la gente la llaman con su nombre de nacimiento’”, recuerda Julissa.
El personal de salud le respondía: “‘Sí, nos vamos a acostumbrar”. “No me parece que sea un pretexto de costumbre para llamarlas así y ellas se sientan vulnerables, más aún cuando hay mucha gente allí”, dice Julissa.
En la actualidad, la Organización de Mujeres Trans y Trans NB Féminas Cusco impulsa una denuncia por discriminación en contra de una discoteca turística de la Ciudad Imperial, que maltrató a una compañera de Lima. “Tengo también un caso en un espacio de diversión…una compañera de la organización ha denunciado y estamos a punto de ganar la denuncia a una discoteca por un acto delictivo de discriminación…mi compañera se sintió mal y tuve que hacer esta denuncia”.
Como esa discoteca, hay varios locales nocturnos del Cusco donde las compañeres no pueden entrar porque son rechazadas y discriminadas. Ante estos hechos, en una sociedad muy machista y religiosa, donde el conservadurismo es fuerte, las colectivas trabajan en el empoderamiento de sus integrantes.
Ataques homofóbicos y conservadurismo en Apurímac
En los años 80, en Apurímac, las personas trans sufrieron ataques y agresiones violentas de un grupo conservador de Abancay, Apurímac, por expresar su identidad y orientación. En 2014, las nuevas generaciones de la comunidad LGTBI+ decidieron crear un colectivo como una red de soporte. Uno de los obstáculos que afrontaron fue la homofobia en la sociedad, en la familia, en los colegios y en los centros de salud. En estos espacios se les discriminaba, estigmatizaba y obligaba a adecuarse al patrón binario varón-mujer (que todavía predomina en la sociedad) para que sean “aceptados”.
Un año después, en 2015, surgió en Apurímac el colectivo Kaypi kani, primer movimiento homosexual, con el fin de cuidar y acompañar a este sector ciudadano -incluyendo conversatorios, foros informativos, haciendo vigilias por la no violencia, así como articular con feministas-. Después nació Kaley, la primera colectiva feminista LGTBI+.
Para Jessmy Navarro, activista feminista no binaria de Fuerzas Independientes, dice que Apurímac sigue siendo una región muy conservadora y esto se refleja en los ámbitos familiares, laborales, en el sistema de salud e incluso en los espacios públicos de toma de decisiones. Con la marcha del orgullo buscan reivindicar sus existencias y diversidades de género frente al conservadurismo que pretende “silenciarnos”. Desde la calle luchan por respeto a sus derechos y por políticas públicas inclusivas.
Jessmy Navarro precisa que actualmente las personas LGTBIQ+ están expuestas a muchos tipos de violencias y vulneración de sus derechos humanos, como la expulsión de sus hogares, falta de oportunidades laborales y educativas, estigmatización de la comunidad y falta de reconocimiento de sus identidades.
Para Henry, de Kaypy Kany, Apurímac, es importante celebrar la diversidad porque de esa manera se visibiliza a todos los compañeres que de alguna manera viven ocultas, sea por motivos culturales, religiosos, etcétera. Y es que, en el Perú, “tener una orientación sexual, una identidad de género distinta a todas las personas, nos hace parte de una población muy vulnerable, discriminada o invisibilizada”. Henry recuerda que hace un tiempo les cerraron espacios que se suponía que eran seguros para que puedan compartir entre compañeres de distintos colectivos sociales y juveniles. “Y sí, de alguna manera eso afectó mucho tanto a mí como al colectivo”.